El ciclo del papel es integrado y sostenible. Los árboles producen madera fijando dióxido de carbono y este queda almacenado en el papel.
Con la recuperación y el reciclaje de los productos papeleros una vez usados, se prolonga la vida útil de las fibras de celulosa obtenidas de la madera, optimizando el aprovechamiento de este recurso natural. Por otra parte, la biomasa y los residuos del proceso de fabricación pueden ser valorizados material o energéticamente.
De este modo se cierra y equilibra el ciclo sostenible del papel, que parte de una fuente renovable y natural de materia prima: el bosque.
Gran parte de la energía utilizada en la fabricación de papel es renovable y la huella de carbono es sorprendentemente baja.
Una parte de la energía total utilizada por las plantas de celulosa y papel provienen de la biomasa forestal renovable. Si miramos todo ciclo de vida de su fabricación, advertimos que la huella de carbono del papel se puede dividir en tres elementos básicos: las emisiones de gases de efecto invernadero, el secuestro de carbono y las emisiones evitadas. Cada uno de estos elementos está influenciado por características importantes que hacen que la huella de carbono de papel sea más pequeña de la que se podría esperar: el papel está hecho de un recurso renovable que almacena carbono, es reciclable y se fabrica utilizando energía renovable.