Entrevistamos a Malala Valentini, artista plástica.
1. ¿Cómo fue su relación con el papel y desde cuándo se vincula? A la hora de trabajar con papel, ¿qué lo diferencia de otros materiales?
En mi casa, sin importar cuándo, siempre hubo papel, hojas cuadriculadas, rayadas, lisas, Éxito, Rivadavia, Gloria o Laprida, de Canson números tres, block El Nene y también número cinco, A4, oficio, diarios íntimos, reversos de facturas, inventarios de mercadería y formularios continuos de alguna lista de precios disponibles para el juego de escritura, el garabato, la línea gruesa o el collage.
En el cotidiano del hogar y en el negocio de mi familia, se hacían notas, carteles, afiches, promociones de ventas de galletitas dulces, sueltas enlatadas, exhibidas a través de un vidrio, entonces había que pegar etiquetas del precio por cuarto y por kilo con letras imprenta, carteles con la oferta de la Girotondo de Okebon en manuscrita a mano alzada, afiches con alguna promoción de tres alfajores Turimar por un peso, estoy hablando del fin de los ochenta.
Luego en los noventa, en la Fadu, conozco otros materiales, llegarán el romani, el canson francés, la hoja blanca para tipografía, la cartulina americana para la entrega de diseño, el satinado para dibujar con la pluma, el rotring, la tinta permanente negra, los cuadernos arte con espiral, fotocopias, sobre de papel manila o misionero.
“Las mezcolanzas son mercados de pulgas de la imaginación”, dice María Negroni en “El corazón del daño” editado por Random House en 2021, impreso en un papel liviano de color arena con un serif en la fuente de color negro donde las palabras pueden escribirse y en otros casos dibujarse, pintarse. El papel es muy versátil y existen variedad de soportes que dialoguen con el proyecto, se puede moldear, tallar, sumergir. Además, del mundo impreso que vengo, publicidad, marketing, editorial, se desechan enormes cantidades de material y me interesa trabajar con el descarte, reconfigurar con lo que hay, con lo que existe, con lo que se tiene. Presupuesto, recurso y tiempo. Yo trabajé siempre desde mi casa; el taller lo armé en el living, el cuarto, la cocina. Los objetos se guardan debajo de la cama, adentro del placard, en los cajones, no hay lugar para el despliegue. Después se van sumando las formas del hacer, de moverse en la ciudad, ir de un lugar al otro, de convertirte en una pasajera en tránsito, llevamos nuestras búsquedas de aquí para allá en carpetas, cajas, formatos plegables, transportables, transformables, accesibles packagings livianos para traficar lenguajes y memoria.
2. ¿Cómo es su proceso creativo?
Mi proceso es gran parte del trabajo, más allá del material, el rastro del hacer es parte de la obra, de lo que estoy haciendo, la búsqueda. En general, dependiendo del proyecto, los tiempos, el lenguaje, me gusta curiosear lo que ya existe, lo que está dicho, lo que está impreso, lo que viene dado, desgarrar, cortar, pegar, editar. Escribo mucho antes de hacer nada, «soltar la muñeca» me digo, tengo siempre unos cuadernos de hojas lisas blancas de tapa blanda escolares, Gloria, que puedo llevar a todos lados conmigo. Hago listas, anotaciones, referencias, preguntas, direcciones, disecciones y digresiones que me ayudan a pensar a desgranar, rumiar, entro y salgo desde el ritmo del pulso de la letra, la escritura es medio automática. Y hay de todo: registros de impresiones personales, resonancias que aluden indirectamente al proyecto, colores, dibujos, recortes, requerimientos, urgencia, presupuestos, tiempos, agenda, cálculos, proporciones, deadlines, formularios, links, temas musicales, sueños, citas, conversaciones con amigas, memes, y también audios de radio y WhatsApps. Soy una esponja.
Después llega el proceso de depurar, seleccionar, resumir, limpiar, sintetizar, plasmar, simplificar la búsqueda, la pregunta, la morfología del proyecto.
3. ¿Quisiera mencionar proyectos destacados que haya realizado, así como futuras obras?
Trabajé con papel de fotocopia y sulfito liviano un collage de todo un colectivo humano que participamos de un proyecto artístico llamado Diógenes, para su tercera edición “La Montaña es la Montaña”. El papel era un aliado muy importante, porque la piel de toda la superficie debía ser uniforme y poder colgarse, eventualmente crecer, desarrollarse in situ, como un gran ojo, bicho. Si te acercabas tenía infinidad de texturas, datos, detalles que podían ser intervenidos por performer, participantes y espectadores de la muestra, con marcadores, post-its, resaltadores recorridos, era una cartografía emocional del proyecto que intentaba burlar cualquier intento de limitar la vida y el arte.
En un trabajo con Idilio Grupa, hicimos la escenografía de los Ciclos “Lo Personal es Político”, en el espacio Hasta Trilce con cortinas colgantes hechas de papel prensa que funcionaban para las proyecciones de imágenes de la vida personal, pública y privada de las personalidades invitadas a participar del ciclo teórico musical feminista y al mismo tiempo, durante las funciones, se utilizaba como bastidor para pintar, registrar, intervenir y collagear ao vivo.
Otro trabajo más antiguo es parte de un proceso de investigación y descomposición de papel, cajas, envases, cartones y embalajes de mi última mudanza en una terraza durante un año, problematizando acerca del quehacer artístico, el cuerpo, la permanencia, el estado de la materia, dónde estoy en función de lo que hago, qué me convoca, a qué puedo dar forma, cambios de estados y pieles. Qué puedo dejar ser y hacer.
Ahora estoy trabajando en un libro de artista, hecho a mano alzada, un cuaderno de tapa dura con ilustraciones en tinta, dibujos, fotocopias y collages. Esta pieza conforma parte del inventario de una serie de diarios de una artivista sudaca, hechos con cuadernos lisos, papeles plegados, enrrollados y encuadernados durante más de 20 años, donde se ponen en tensión problemáticas del quehacer artístico, la casa, la crianza, las tareas de cuidado, el tiempo de producción, la obra, los mandatos, el arte.
4. Desde su perspectiva como artista, ¿cómo ve el futuro del papel como un material para vincular a la sociedad?
El papel da cuerpo y materia. Nos inscribimos en un orden, en un documento, en un acta, tenemos una partida de nacimiento impresa, duplicada y fotocopiada, fotos, libros, enciclopedias, billetes, cartas, somos parte de un archivo constante, todo busca nomenclarse, etiquetarse, nominarse, inscribirse, revelarse, transformarse. El papel en todas sus variantes es un elemento vital para conectarnos y reconocernos, algo del presente, del estar ahí, del sucedió, de la construcción del relato físico. Alto desafío nos propone el desarrollo sustentable en la actualidad, para imaginar otros pliegues, otras formas de hacer memoria, otros modos de ser cuerpo y crear existencia, ¿será que encontraremos otras maneras de vincularnos inventando nuevas formas de papel para bocetar nuevos universos simbólicos?
Sitio web de Malala Valentini: www.malalavalentini.com.ar